En octubre de 2011, la joven Andrea Mancera acudió al hospital Méderi para una cirugía en su hombro derecho. Asegura que fue violentada sexualmente por un asistente de radiología cuando estaba en el posoperatorio. El caso lleva ocho años sin solución en la Fiscalía. La defensa del sindicado insiste en su inocencia. El hospital dice que solo habla a los entes judiciales.
Han pasado ocho años desde que Andrea Alejandra Mancera Cabrera denunció en la Fiscalía que había sido víctima de violencia sexual en el interior del hospital Méderi en Bogotá. La justicia no ha determinado si la denuncia tiene asidero o si, por el contrario, Jhonathan Álvarez, técnico en radiología que trabajaba en ese centro médico, es inocente. Las diligencias judiciales canceladas y las falencias propias del sistema penal acusatorio han impedido que la justicia cumpla con su labor de condenar o absolver.
Para Andrea Mancera, tanto el demandado como el hospital han hecho lo posible por dilatar el proceso: “Méderi se ha lavado las manos y ha evitado que el personal involucrado asista a las audiencias. Lo mismo ha hecho este señor”. Se refiere a Álvarez.
Al respecto, Gilberto Peñuela, abogado de Álvarez, dice que “los tropiezos no obedecen a la voluntad de las partes. Al principio no había salas de audiencia, luego cambiaron al fiscal, después a la juez se le presentó otra situación y, por mi carga laboral, se cruzaron las audiencias”. Méderi dice que no da declaraciones de manera informal y solo habla del asunto a los entes judiciales.
Hoy, Mancera tiene 32 años. En el momento de los supuestos hechos tenía 24. Por primera vez revela a un medio de comunicación lo que, según ella, sucedió en la mañana del 13 de octubre de 2011. Después de una inyección con anestesia llegó un prolongado silencio. Cuando abrió los ojos ya no estaba en la sala de cirugía sino en una sala más grande rodeada por otros pacientes. El sonido de unas ruedecillas rechinando contra el piso interrumpió el mutismo. El ruido era generado por un equipo de rayos X portátil que un señor corpulento, de piel morena, patillas largas y sin bigote arrastraba por el lugar. Eran las 10:30 de la mañana.
Aunque estaba sedada, afirma que se percató de que aquel hombre, vestido con atuendo de cirugía hospitalaria color verde, acudía con frecuencia a la camilla, revisaba su historia clínica y se iba de nuevo. La acción la repitió, según la denuncia que reposa en la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía, al menos tres veces. “Me pareció raro. Él esperó a que las enfermeras de la sala salieran para tomarme la placa de RX y ubicó la máquina de tal manera que los otros pacientes que allí se encontraban no tuvieran visibilidad hacia donde estaba acostada”, dice el documento.
Para contar lo que sigue, respira profundo y frunce el ceño. Hace esfuerzos para no quebrarse. “Él empezó a revisarme como si fuera médico general. Luego levantó la cobija y la sábana que tenía encima y metió su mano. Después empezó a levantar la bata de cirugía que tenía puesta; debajo yo no tenía nada. Estaba desnuda. Con una mano sostenía la sábana y la cobija y con la otra me empezó a tocar los genitales”. El abogado de Álvarez dice que su cliente “manipuló el cuerpo de Andrea para acomodarla y tomar la radiografía. La señorita pudo interpretar que se iba a hacer algo en contra suya. Él es inocente y lo vamos a demostrar”.
Seis días después de los hechos, Germán Mancera Muñoz, el papá de Andrea Mancera, radicó en la gerencia del hospital Méderi un documento denunciando las anomalías. Según el texto, conocido por El Espectador, después de que Jhonathan Álvarez, el presunto agresor sexual, le tocó los genitales, se dio cuenta de que ella no estaba tan dormida o sedada. Entonces “bajó la sábana con premura, me dejó la bata arriba y tomó la radiografía. Luego retiró la placa con violencia, sabiendo que era la articulación que había sido intervenida y, debido a mi aturdimiento y al dolor de garganta, estuve más de una hora asustada y sin que nadie me prestara atención”.Tac. Tac. Tac. Tac.
Después de mucho esfuerzo y tras golpear contra uno de los bordes metálicos de la camilla el pulsómetro que le habían colocado en un dedo, Mancera logró llamar la atención de una de las enfermeras que habían regresado al lugar. “Hacía esfuerzos sobrehumanos para hablar y me dolía todo el cuerpo. Con señas, logré que la enfermera acercara su oído a mi boca y así, a media lengua, le dije que el tipo de las radiografías me había agredido sexualmente”. Según dice, después de que el personal médico se enteró, el silencio en la sala de recuperación se acabó. Las enfermeras iban y venían de un lugar a otro. Murmuraban y se gritaban recados.
“A los pocos minutos llegó la enfermera jefa encargada de turno, Elsa Contreras. Como pude le conté lo que había pasado y le mostré que el tipo me había dejado la bata arriba del estómago. Ella me aseguró que iba a hablar con el jefe de radiología para reportar la situación. Me pidió disculpas y agregó: ‘Nosotras no hablamos con el implicado directamente porque él puede tomar represalias mientras tú estés aquí en la clínica’”, narró Mancera en el documento que radicó en la gerencia del hospital el 20 de octubre de 2011.
Según señala el escrito de acusación que reposa en la Fiscalía, el personal de Méderi citó a Andrea Mancera en las instalaciones del hospital. “Se disculparon por el incidente, informándole que ya habían adoptado las medidas pertinentes, aunque le advirtieron lo inoportuno de denunciar, pues iba a ser la palabra de ella contra la del agresor. Sin embargo, ella decidió finalmente poner en conocimiento de las autoridades lo ocurrido”. Según la denunciante, apenas el 15 de noviembre, un mes después, el hospital tomó la decisión de despedir al auxiliar de radiología denunciado.
El centro médico reconoce hoy que el denunciado prestaba sus servicios como integrante del equipo asistencial de un tercero con el cual la clínica Méderi tenía suscrito un contrato de prestación de servicios de salud. En un comunicado enviado a El Espectador, señaló: “Nos abstenemos de dar pronunciamiento informal acerca del tema, dejando presente que Méderi está presta a facilitar información a los entes judiciales, si lo requieren”. El caso está en etapa de juicio. El 13 de diciembre está previsto que Caterine Mancera, prima de Andrea, quien la acompañaba en el momento de la cirugía, dé su versión de los hechos.
El de Andrea Alejandra Mancera Cabrera no es un caso aislado. En 2017, según el informe Forensis de Medicina Legal, se practicaron 71 exámenes médico-legales por presunto delito sexual en escenarios médicos como hospitales, clínicas y consultorios. El 100 % de los casos denunciados habrían sido perpetrados por personal encargado del cuidado médico de los pacientes. La pena prevista para el delito de acto sexual en persona incapaz de resistir oscila entre 12 y 20 años de prisión.
No es la primera vez que un caso similar se denuncia públicamente. En octubre del año pasado, el actor porno español, Ignacio Jordà González, más conocido como Nacho Vidal, dijo haber sido víctima de acto sexual en la clínica del Country, en Bogotá. El actor acudió a la clínica tras un fuerte dolor en el oído, sin embargo, según dijo en su momento, el médico le ordenó bajarse los pantalones y empezó a tocarle el pene.
“Diariamente tomo una medicina, un vaso dilatador, lo que hace que tenga una erección muy rápida. El señor me estaba manipulando mientras yo miraba al techo rezando para no entrar en erección, pero no lo logré. Este señor al ver que yo entré en erección empezó a jugar y a toquetear. Vine por un tapón en los oídos y me está tocando todo, menos los oídos”, narró en su momento el actor en diálogo con la W Radio.
Un día después de que el caso llegara a los medios de comunicación la clínica suspendió temporalmente al doctor mientras avanza la investigación. "De acuerdo con la versión del médico, quien ha tenido un excelente desempeño institucional, la evaluación médica practicada respondió a los síntomas referidos por el paciente durante la consulta, a la que asistió con un acompañante", señaló la clínica en un comunicado.
El año pasado, según Medicina Legal, 13 hombres se practicaron exámenes médico legales por presunto delito sexual en centros de atención médica. De acuerdo con Medicina Legal, “el 2017 será recordado como el año que presentó mayores casos de presunto delito sexual en el país, frente a lo registrado en la última década. Durante los años 2008 y 2016, Medicina Legal atendió 21.385 casos anualmente. En 2017 se elevó la cifra a 23.798”.
Según la misma institución, “las mujeres son las mayores víctimas de violencia sexual, ya que para el año 2017 se presentaron 20.419 casos (el 85,8%), mientras que los hombres fueron 3.379 (el 14,2%)”.
fuente/elespectador.com
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