Grupos de inmigrantes al sol y al agua, aguardando a que el semáforo pase de verde a rojo. Esa es su espera diaria desde que decidieron echar raíces en Colombia. A algunos es habitual verlos de lunes a domingo con su cartel, otros rotan de ciudad en ciudad o de semáforo en semáforo. El tacto es el sentido más desarrollado de la suerte.
Elegí tres semáforos al azar y encontré los siguientes mensajes:
Primer cartel en primer semáforo, escrito con marcador negro sobre una cartulina rosada, cargado por una mujer que no supera los 30 años: “Soy madre soltera venezolana. Necesito de tu ayuda: ropa, trabajo, alimentos, cualquier bendición”.
Segundo cartel en otro semáforo, en manos de un hombre que parece estar cerca de los 40: “buenas, necesito algo de tu ayuda para poder ayudar a mi familia en Venezuela. Tengo dos hijos, ayúdame con tu mano amiga. Gracias y que dios te bendiga.
Tercer cartel, también sostenido por un hombre a quien una mujer y un niño esperan en un andén: “somos venezolanos, tenemos hijos, por favor ayúdenos. No tenemos trabajo”.
Representantes de organizaciones que ayudan a los inmigrantes comparten sus recomendaciones cuando un hermano venezolano pide dinero en un semáforo o en el sistema de transporte público:
-Alans Peralta, representante de Caminante Tricolor, organización que, como su nombre lo indica, ayuda a los venezolanos que caminan largas horas en la vía Cúcuta-Bucaramanga para llegar a su destino.
“Hay personas que convierten esto en un empleo y no en una solución provisional. Acude al mismo sitio todos los días a pedir dinero. Esto no es lo ideal, debe ser una solución momentánea. El problema es cuando se convierte permanente. Hay personas que viven durante meses de esta actividad. El objetivo del inmigrante no debe venir a vivir de la caridad de la gente. Queda en el corazón de las personas dar esa contribución. Yo preferiría que la ayuda fuera preferencial en alimentos para mujeres embarazadas y niños. Hablo solo de la caridad, no de los artistas callejeros ni de los vendedores, que hacen una transacción por un servicio. La transacción dignifica el trabajo de cualquier persona”.
-Martha Varón, de la fundación Venezolanos por decisión
“Dar plata no soluciona el problema de raíz. Lo que hoy está viviendo Colombia pasó hace dos décadas en Venezuela, cuando muchos colombianos se radicaron en ese país. Hay que reconocer que hay demandas urgentes: la gente necesita abrigo y comida para sobrevivir. Dar en un semáforo cubre momentáneamente esta necesidad. La migración debe verse en sus justas proporciones. El Estado colombiano debe tener políticas serias y humanas para dar con soluciones que permitan la incorporación de los inmigrantes. Se debe apoyar en organizaciones y fundaciones, debemos hacer equipo para que todos vayamos para el mismo lado. No hay formulas para resolver lo que está ocurriendo. Pero como país podemos trabajar para que la situación mejore”.
-Jesús Enrique Caldera Graterol, miembro de la fundación Nueva Gobernanza.
“En varias oportunidades he dado algunas monedas y hasta un poco de comida a mis hermanos venezolanos, a madres con niños en brazos, a personas discapacitadas. Pero lo mejor es decirles que existen fundaciones y organizaciones comprometidas con la diáspora, que pueden ayudar a mejorar su situación. Pueden ser un camino para vencer los diferentes obstáculos que imposibilitan su estabilidad.
Los colombianos han sido generosos con los venezolanos. A pesar de no contar con la estructura para recibir a los migrantes en grandes cantidades, se las han ingeniado y han podido cubrir parte de la problemática que está situación genera. Hace falta mucho más, en esta crisis todos estamos aprendiendo a sobrellevarla”.
-Yanira González, coordinadora departamental de Colvenz (Colonia venezolana en Colombia).
“Es mejor ayudarles a través de las organizaciones, justamente para evitar malos hábitos. La calle puede ser muy generosa, por eso es mejor canalizar de otra manera los gestos de la gente. El pueblo venezolano es batallador, tiene ganas de salir adelante. La manera ideal de darle una mano es a través del trabajo. La mayoría, como cualquier colombiano en el exterior, quiere representar bien a su país. Está dispuesto a darlo todo por el bienestar propio y por el bienestar de la nación en la que se encuentre”.
Fuente/elespectador.com
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